domingo, 18 de septiembre de 2011

JMJ. Voluntariado con los checos.

Recién llegado de nuestra peregrinación a Medjugorje me informé de que mi voluntariado era en un colegio de Madrid, con algunos hermanos más de mi comunidad, colaborando con un grupo de peregrinos checos a que su estancia en Madrid durante la JMJ fuese lo más agradable posible.
Este ha sido otro de los grandes regalos que Dios nos ha concedido este verano: compartir esa semana con personas a las que no conocía de nada y la confirmación - una vez más - de que la Iglesia Católica es MUY GRANDE.
Todo un ejemplo de orden y organización estos peregrinos checos. La verdad sea dicha, al principio nos asustaron cuando les vimos descargar de sus autocares tanto material: capilla ambulante, hospital de campaña, instrumentos musicales de todo tipo, etc.
Convirtieron el colegio en una gran parroquia para todos los peregrinos checos que estaban en Madrid. Tenían su propio servicio de información, traductores, médicos, servicio de limpieza, distribución de comida, etc.
No han dado ningún problema a los vecinos que incluso  nos han felicitado a los voluntarios, tanto que nos llegaron a ofrecer las piscinas de sus comunidades de vecinos para que las usaran.
No he contado aún que en total hemos acogido a 700 peregrinos en el colegio de los 1.300 que dependían de este grupo, el resto se han repartido en otros dos colegios.
Hemos compartido con ellos mucho tiempo, charlas traducidas con los intérpretes que ellos traían, bromas, cantos, celebraciones... pero sobre todo, hemos compartido la FE, sin quererlo.
Su jornada comenzaba muy temprano, a las siete de la mañana ya empezaban a ducharse y tomar desayunos para irse a recorrer la ciudad.
Una de las escenas más impresionantes era verles regresar, a partir de las ocho de la tarde, cansados y cargados con sus mochilas y, olvidándose de todo, postrarse en el patio del colegio para adorar al Santísimo Sacramento durante una hora. Era algo especial, con meditaciones de los sacerdotes, oración en silencio y cantos. Nosotros no entendíamos nada de lo que decían ni cantaban, pero no hacía falta, sólo queríamos postrarnos de rodillas junto a aquellos jóvenes checos para adorar lo mismo: un Dios que ha querido quedarse con nosotros a través de la Eucaristía.
Entre todos los peregrinos que han pasado por nuestro colegio hay muchas historias impresionantes, quiero destacar la de uno muy especial, se trata de un joven que ha hecho todo el recorrido desde Praga a Madrid en un "patinete". Se trataba de un artilugio parecido a una bicicleta pero sin sillín ni pedales. El funcionamiento consistía en impulsarlo con los pies, como un patinete y disponía de frenos para ambas ruedas en el manillar. Durante 28 días este peregrino ha recorrido los 2.800 Km. de distancia. Cuando le pregunté de dónde sacaba la fuerza para poder impulsar su "invento" durante tantos días y tantos kilómetros me mostró un rosario que llevaba en el bolsillo y me señaló a la capilla en la que había un sagrario.
Una de las noches nos sorprendió ver la despedida de varias parejas de jóvenes al regresar al colegio. Ambos se impartían la bendición haciendo la señal de la cruz sobre la frente del otro y luego se daban un abrazo antes de separarse para ir a dormir cada uno a su zona.
Sorprende ver como el cristianismo ha sobrevivido durante tantos años en un país como la República Checa a pesar de la represión comunista.

1 comentario:

  1. Pues la verdad es que solo leyendo lo que has escrito, me impresiona. En patinete y con la fuerza del Rosario y el Señor, ese chico sabía mucho, eh? Lo del final que cuentas... sin palabras.
    Mis peregrinos eran de Perú, pero como luego iba a ayudar a la parroquia, allí las catequesis han sido en inglés. Entendí muy poco, pero los gestos, la Adoración al Santísimo... eso sí que lo entendí perfectamente.
    Contemplar la fe que describes, hace que sigamos con fuerza para adelante.

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