jueves, 28 de julio de 2011

Hasta pronto

Mañana, a primera hora, si Dios quiere, partimos rumbo a Medjugorje. Vamos toda la familia con más familias y jóvenes al Festival de Jóvenes.
Van a ser 15 días de peregrinación y convivencia.
Vamos al encuentro con la Madre. Ante sus pies depositaremos nuestras oraciones y también las vuestras.
Ella sabe de sobra lo que nos conviene.
Viajamos en autocar. Sabemos que hay otras formas más rápidas y cómodas, pero a nosotros nos gusta esta.
Como los Reyes Magos, iremos por un camino y volveremos por otro, esperando que el camino de retorno sea "nuevo" y "diferente".
Sabemos que nos esperan muchas Gracias de Dios en esta peregrinación, espero poder contaros algunas a la vuelta.
Donde quiera que estéis en estos días, no os olvidéis de rezar por mí.
Que la Reina de la Paz nos guíe y cuide de todos durante este tiempo.
Hasta pronto.
¡Nos vemos en la JMJ!

lunes, 25 de julio de 2011

Crisis? What crisis?

Entre mis discos de vinilo se encontraba este de la izquierda como uno de los más escuchados.
No quiero hablaros de música hoy, sino aprovechar el título del "LP" para titular este "post" de hoy.
La foto de la portada también ilustra el tema del que quiero hablar.
Si existiera un contador de palabras pronunciadas, es muy probable que la palabra crisis durante los últimos años habría acabado con los mecanismos de dicho contador por sobrefatiga.
No hay día en el que no escuchemos y pronunciemos esta palabra. Lo cierto es que la hemos aplicado a todos los ámbitos de la vida: crisis económica, crisis laboral, crisis inmobiliaria, crisis bancaria, crisis institucional, crisis judicial, crisis política, crisis deportiva, crisis alimentaria, crisis diplomática, y así podríamos seguir hasta completar varias páginas.
En el ámbito que suelo tratar en este blog también se ha hablado de crisis de fe, crisis sacramental, crisis religiosa, "estar en crisis", crisis vocacional, crisis juvenil, crisis matrimonial, crisis conyugal, crisis de valores, etc.
Volviendo a la imagen del disco de Supertramp, mirad al personaje... Yo no me veo muy lejano de él: crisis, crisis y más crisis; pero yo vivo "en color" mi vida, protegido por mi sombrilla, con mi refresco y mis gafas de sol, cómodamente sentado tras leer las noticias de la "crisis".
Os preguntaréis ¿y qué podemos hacer? No voy a aprovechar para hablar del 15-M, no, no va de eso este post. Ninguna de las crisis anteriores es la raíz de todo este mal. Estoy completamente de acuerdo con la homilía que ayer escuché a un sacerdote, el problema es que estamos viviendo una "CRISIS DE SANTIDAD". Sí, estamos necesitados de santos, es decir, de cristianos que nos creamos llamados a la santidad, seducidos por el Señor y dispuestos a saltar de esa hamaca para dejarnos inundar del Amor de Dios para llevarlo al mundo.
Este mundo necesita santos, hombres y mujeres de este tiempo que deseen decirle a Dios que SÍ. Cada uno en su ámbito, en su trabajo, en su barrio, en su parroquia, con su familia, con sus amigos.
A cierto monje muy anciano le preguntó un novicio: "Hermano, después de tantos años en el Convento ¿Qué le pides a Dios cada día en tus oraciones?" y el anciano fraile respondió: "Sólo dos cosas: mi conversión y perseverar". Esta podría ser una buena receta de ayuda para alcanzar esa santidad.
Se acerca la JMJ 2011 y es una buena oportunidad, con la ayuda incomparable del Santo Padre, para empezar a "salir de la crisis". Sólo hay que decirle "SÍ" a Dios y Él hará el resto.

domingo, 24 de julio de 2011

Aniversario

Hoy, 24 de julio, es una de las fechas que tengo profundamente marcadas en mi calendario. Como tantas otras cosas, también es una fecha con contrastes. Como el agua: signo de vida, pero también de destrucción y muerte, a veces.
Un día como hoy de hace 33 años fallecía mi padre en un accidente de tráfico. Acontecimiento que marcó toda mi juventud y que, sólo con la ayuda de Dios, he podido aceptar sin llegarlo a entender nunca.
Un día como hoy de hace 23 años "Perico" Delgado ganaba el Tour de Francia. Yo prácticamente no me enteré de este acontecimiento deportivo tan importante aquel día de 1988.
Aquel día 24 de julio de 1988 marcó definitivamente esta fecha en nuestras vidas. Dios quiso que fuera aquel día y no otro que nosotros habíamos previsto antes. Porque Dios hace así de bien la cosas. No podía grabar esta fecha como recuerdo de tragedia y dolor.
A mediodía comenzó la celebración en la que nos uníamos en el Sacramento del Matrimonio mi novia de toda la vida y yo. Y digo bien, mi novia de toda la vida porque fueron 9 años de noviazgo.

Desde entonces hasta ahora hemos pasado muchas cosas, casi todas juntos, literalmente, porque no nos concebimos el uno sin el otro. Nosotros lo hemos interpretado así: para que esto vaya para adelante tenemos que hacer todo lo que podamos JUNTOS los dos y con Él en medio.
Han nacido nuestras cuatro hijas, las hemos visto crecer y a alguna (o algunos) irse al cielo antes de nacer. Hemos vivido alegrías y penas. Hasta hoy la salud nos ha respetado y las enfermedades han sido muy llevaderas, gracias a Dios. Hemos tenido trabajos buenos, malos y regulares; incluso no hemos tenido trabajo. Pero siempre juntos.
Con las niñas hemos visto sus bautizos, comuniones, confirmaciones. Todas ellas siguen en la Iglesia. ¡Qué bendición, Dios mío!
Nos conocemos muy bien y sabemos que esta obra no es nuestra. Es fruto de la misericordia infinita de Dios, una prueba más de su inmenso Amor y que nosotros no merecemos. La Iglesia, como Madre, ha cuidado de nosotros con mucho mimo y nos ha ayudado muchísimo. También la Virgen María nos ha acompañado durante todo este tiempo de forma callada, pero siempre amorosa.
Hemos discutido algunas veces, más de las que quisiéramos cualquiera de los dos, pero siempre hemos podido decir: PERDÓN.
Hace unos días leí que para que un matrimonio funcione uno de los dos tiene que darse plenamente al otro, desprendiéndose de sí mismo; pero para que ese matrimonio sea FELIZ es necesario que esto lo hagan los dos. Por lo que a mí respecta os puedo asegurar que sin la ayuda de DIOS es imposible, pero también os garantizo que somos FELICES. Sacad vuestras conclusiones.
Por todo ello, en primer lugar: ¡GRACIAS, SEÑOR! Sigue bendiciendo nuestro matrimonio, no nos dejes nunca de tu mano. Y también ¡GRACIAS INMACULADA por tu paciencia conmigo!
Siempre digo que me encantaría volverme a casar, pero con la misma mujer.

Sé que mi padre también vela por nosotros desde el cielo.

viernes, 22 de julio de 2011

22 de julio: Santa María Magdalena


   Formó parte de los discípulos de Cristo, estuvo presente en el momento de su muerte y, en la madrugada del día de Pascua, tuvo el privilegio de ser la primera en ver al Redentor resucitado de entre los muertos (Mc 16, 9). Fue sobre todo dura­nte el siglo XII cuando su culto se difundió en la Iglesia occidental.

Ardía en deseos de Cristo, a quien pensaba que se lo habían llevado
De las homilías de san Gregorio Magno, Papa, sobre los evangelios
María Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los discípulos. Ellos fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como aquella mujer les había dicho. Y dice el evangelio acerca de ellos; Los discípulos se volvieron a su casa. Y añade, a continuación: Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando.
Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto, ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que persevere hasta el final se salvará.
Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró; con la dilación, iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado le valió hallar lo que buscaba. Los santos deseos, en efecto, aumentan con la dilación. Si la dilación los enfría, es porque no son o no eran verdaderos deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la verdad es porque ha sentido la fuerza de este amor. Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Estoy enferma de amor; y también: Mi alma se derrite.
Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Se le preg­unta la causa de su dolor con la finalidad de aumentar su deseo, ya que, al recordarle a quién busca, se enciende con más fuerza el fuego de su amor.
Jesús le dice: «¡María!» Después de haberla llamado con el nombre genérico de «mujer», sin haber sido reconocido, la llama ahora por su nombre propio. Es como si le dijera:
«Reconoce a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los demás, sino en es­pecial».
María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y, al momento, lo llama: «Rabboni», es decir: «Maestro», ya que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era el que interiormente la instruía para que lo buscase.
Oración
Señor, Dios nuestro, Cristo, tu Unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebra­mos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Je­sucristo.

martes, 19 de julio de 2011

¡Esta es la juventud del papa!

¿Cuál es la edad de la juventud? Dependiendo de la edad que tengas ahora mismo, querido lector o lectora, tu respuesta a esta pregunta habrá sido distinta; pero estoy seguro de que habrás incluido tu edad actual dentro del margen que abarca para ti esa etapa de la vida.
¿Por qué? Porque nos han vendido la idea de que esa es la etapa perfecta de la vida. Recientemente he escuchado a D. Xavier Novell que esto no es verdad, que la plenitud de la vida se alcanza con la madurez y en la edad adulta, que la juventud sólo es un tránsito hacia la edad adulta, por lo tanto es una época imperfecta e incompleta.
En estos días, en casi todos los telediarios y en varias emisoras de radio se ha hablado de una mujer, Valeria, más conocida como Sor Teresita. Esta mujer tiene 103 años, casi 104, y ha pasado 84 de esos años en un convento de clausura en el alto Tajo. Pese a su edad, tiene la vitalidad propia de la juventud. Es como un auténtico torbellino de energía. Irradia felicidad por todos lados. Esta mujer que está ya en la recta final de su vida tiene mucha más "juventud" dentro de ella que muchos de los jóvenes que pueblan nuestras plazas y macrofiestas de fin de semana.
¿Cómo mide Dios la edad y el tiempo? No creo que sea capaz de explicarlo. Pero estoy seguro de que para él no hay edades ni tiempos como nosotros los conocemos. Se puede ser plenamente joven con 104 años y estar en la ancianidad con 16. Porque la medida de la Vida es la felicidad para la que hemos sido creados. Y esa felicidad se compra con Amor: dejándose amar y amando sin medida.
Hace unos meses en el locutorio de las Hermanas Iesu Communio estábamos muchos padres y familiares de ellas. Uno de los padres pidió que se pusieran en pie sólo las hermanas mayores (ver la tercera fila por arriba de la foto). Así lo hicieron y todos los presentes dimos un gran aplauso mientras cantábamos: ¡ESTA ES LA JUVENTUD DEL PAPA!
Y realmente lo sentíamos así porque son mujeres con muchos años pero desbordantes de juventud, de vitalidad, de felicidad, de ganas de Vivir, de Amar y ser amadas.
Se acerca la celebración de la JMJ MADRID 2011. Allí nos vemos todos los "jóvenes".

sábado, 16 de julio de 2011

Cuando conviven juntos el bien y el mal

Comentario al Evangelio
Domingo 16º del Tiempo ordinario. Mt 13, 24-43
17 de julio de 2011

            Seguimos de ambiente campestre y agrícola en la temática del Evangelio. Y se nos quiere ayudar a comprender desde las tres parábolas sobre el Reino, lo que podríamos denominar una "biografía religiosa" de cada hombre y cada pueblo.
                La primera de ellas nos pone ante una realidad dema­siado cotidiana que es fácilmente reconocible si nos observamos a nosotros mis­mos y a nuestro derre­dor. Junto a las semillas de gracia, de bondad y amor, de jus­ticia y paz, de li­bertad y verdad... hay otras semillas ex­trañas e incluso opuestas: violencia, egoísmo, frivolidad, maldad, injus­ticia, mentira y esclavitud...
                Podemos caer en la tentación de los criados de la parábola: arrancar las semillas de la malaventuranza in­feliz del enemigo Satán, para que sólo crezcan las de la bienaventuranza dichosa del amigo Dios. No siempre es fácil hacer una intervención tan drástica. En estos casos, que son los más frecuentes, el consejo del amo de la viña está lleno de inteligencia y sabiduría: al evitar un mal (la cizaña), no po­demos correr el riesgo evidente de ocasionar un mal mayor (quedarnos sin nada de trigo).
                ¡Qué difícil coexistencia la del trigo y la cizaña, la de la gracia y el pe­cado! Porque Dios trabaja incansablemente por nuestra felicidad, pero no es el único "obrero" en nuestro campo. Su Reino es de paz, de justicia, de amor, de misericordia y de per­dón, de fe y esperanza, de fidelidad y comunión..., que se ha plantado en un campo (nuestra vida y la del mundo) en el que hay otro que también planta y acrecienta su semilla: la guerra, la injusticia, el desamor, la dureza y el rencor, el descreimiento y la desesperanza, la infidelidad y la división.
                Los cristianos estamos en medio de un mundo en el que por doquier hay un enemigo que no ceja de sembrar su semilla aniquiladora de lo que Dios ha querido plan­tar. Por amor al trigo hay que saber convivir vigilantes con la cizaña: sin escandalizarse pero sin bajar la guardia, sin maldecir pero sin creer que todo da lo mismo. La confusión es uno de los males más frecuentes porque no permite advertir el error. La sana tolerancia no es sinónimo de indiferencia o ingenuidad, como si diera igual la luz y la tiniebla, la gracia y el pecado, el trigo y la cizaña. Saber distinguir unos y otros, conocer los riesgos que se corren y no claudicar en lo que Dios ha sembrado en nosotros y entre nosotros. Contamos con la ayuda de Dios y de su Espíritu que sostiene nuestra debilidad, y con la de la comunidad eclesial que nos acoge, discierne, educa y acompaña.
                El Señor os bendiga y os guarde.



@ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

lunes, 11 de julio de 2011

Homilía de bodas

No conocía personalmente a D. Jesús Higueras. He visitado varias veces su parroquia de Santa María de Caná en Pozuelo de Alarcón, pero nunca he coincidido con él. También he leído alguno de sus libros y he visto alguno de sus programas en televisión. Me consta que, incluso, tenemos algún amigo común.
Admiro sus comentarios y también algunos de sus textos. Tanta admiración tenía que dar en que coincidiéramos más pronto que tarde.
El encuentro tuvo lugar ayer, inesperadamente por mi parte, en el convento de las Hermanas Iesu Communio, como no podía ser de otra manera.
Fue en la celebración de iniciación a la Vida Consagrada de una hermana feligresa de su parroquia de Caná.
Presidió la celebración D. Jesús y me sedujo con su homilía.
Previamente en el locutorio les confesó públicamente que "no tengo ninguna envidia de vosotras, porque yo también estoy enamorado de Él".
No llevaba nada escrito, solamente un reloj en la mano para marcarle el tiempo que consumía y evitar que le sacáramos "los tres pañuelos blancos" para "devolverle al corral". No necesita papeles para hablar de lo que Dios ha grabado en su corazón, ni para explicar lo que siente al contemplar a personas enamoradas, "enfermas de amor".
Nos ha regalado una preciosa "homilía de bodas" que intentaré resumir en estas líneas o, al menos, exponer lo que yo entendí de ella mezclado con mis propias impresiones (es inevitable).
Ha centrado todo su discurso en la vocación al AMOR, sí, al AMOR con mayúsculas. "Todos estamos llamados a la esponsalidad y a la fecundidad". Unos esta esponsalidad la culminan en el sacramento del matrimonio y la fecundidad en la paternidad de sus hijos. A otros esta esponsalidad les lleva a consagrar su vida al Amado para ser "padres" ó "madres" de tantos... Lo que no es ninguna vocación es "la soltería" (como me acuerdo de José Antonio Carmona, mi querido catequista). No se puede vivir sin unir tu vida con la de alguien ó "Alguien" con el que hacerte "una sola carne".
Para explicar esta vocación al AMOR ha recorrido tres palabras claves:
  • RESPETO: "Es el cimiento sobre el que se tiene que asentar toda relación de amor". No ha hablado del respeto mutuo, sino del respeto al otro. Para llegar a este respeto hay que ser consciente de quién es ese otro. Ese otro es Dios, el mismo Dios que te conoce desde antes de tu nacimiento y que, desde entonces, te ha estado cuidando. Él sí que te respeta, tanto que te regala la libertad, porque te ama. ¿Por qué no le respetamos nosotros a él?... ¡Cuántas veces pretendemos que haga nuestra voluntad, incluso en nuestras oraciones! ¡Cuántas veces queremos amoldarle a nuestro gusto!
Si trasladamos esto a nuestra relación con el prójimo, no hay que cambiar ni una sola letra. ¡¡¿¿cómo?!! Sí, ni una sola letra. ¿Por qué? Pues porque "el otro es Cristo". En el matrimonio esto debe ser el cimiento de la relación esponsal. "Dos que se hacen una sola carne, en Cristo". Ya escribí otro "post" hablando de lo difícil que es ver a Cristo en el otro, pero sí es cierto que cuando Él te lo concede todo es distinto.
  • COMUNICACIÓN: "El amor crece en la comunicación". El Padre Higueras ha preguntado a los presentes: ¿Cuál es el primer mandamiento? La gran mayoría ha respondido: "Amarás a Dios sobre todas las cosas". ¡¡¡NO!!! ha dicho D. Jesús y alguna hermana postulante ha dado con la respuesta correcta: "Shemá Israel, Adonai Elohenu, Adonai Ehad" Es decir: ESCUCHA ISRAEL, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno.
La clave para el crecimiento en el Amor es la escucha. Escuchar. En nuestro mundo es complicado porque lo que queremos es que se nos escuche a nosotros. ¿Qué es lo que tenemos que escuchar? Como dice  el salmo invitatorio: "Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis el corazón". Y ¿Cuál es su voz? La del Cantar de los Cantares: "La voz de mi amado, helo aquí que viene saltando por los montes... Empieza a hablar mi amado y me dice: ¡Levántate, amada mía. Levántate, hermosa mía y vente!" Más adelante dice el mismo Cantar de los Cantares: "si alguien escucha mi voz y me abre, entraré y cenaremos juntos".
Y esa voz no está lejos de nosotros, está en el otro, está también en el Sagrario, está en la Palabra de Dios, está en tantos acontecimientos que nos hablan cada día. Sólo hay que ESCUCHAR.
  • PERDÓN: "Es la culminación de toda relación de AMOR". Porque el amor con el que Dios nos ha creado no se llama solidaridad, ni siquiera comprensión, son "entrañas de misericordia". Esta misericordia se muestra muy bien en la parábola del hijo pródigo que todos conocemos. Una misericordia que todo lo hace nuevo.
Ni siquiera se trata de que Dios olvide lo que perdona. No es eso. Él ha cargado con nuestras culpas una vez por todas para que no tengamos que padecer más. No toma cuentas de nuestros delitos sino que nos recrea haciéndonos nuevos hijos de Dios por su misericordia.

Y ¿Cuál es la escuela de este Amor? La cruz. La verdadera escuela de esta relación de amor es la cruz. Mirar a Cristo en su pasión. En la Eucaristía en que acontece este milagro de amor. Que todo un Dios se hace hombre y entrega hasta la última gota de su sangre por amor. Y cuando ya ha entregado todo su ser, nos entrega a su Madre. Pero tampoco se conforma con esto sino que abre su costado para que de él nazca la Iglesia.
Dice la Madre Teresa de Calcuta: "Amar y amar hasta que te duela". Como Cristo en la cruz. Con su cabeza coronada de espinas, con las manos y los pies sujetos por los clavos y el costado traspasado por una lanza. Esta es la "señal del cristiano" sin quitarle ningún elemento. La cabeza, sede de la razón, coronada de espinas porque "¿De qué te sirve tener razón si no amas a tu hermano?". Las manos y los pies, manifestación de "nuestras fuerzas", clavados a la cruz para no poder resistirnos al hermano. El costado, junto al corazón donde guardamos nuestros afectos y nuestros intereses, atravesado por la lanza para que nada antepongamos al amor al prójimo.
En la Iglesia, guiados por María es donde tenemos que alimentar este Amor.
No sé si han sido 25 ó 30 minutos de "faena" pero a nadie se le ha ocurrido sacar el "pañuelo blanco" para darle el pertinente aviso.

Gracias, D. Jesús Higueras, ha sido un placer compartir esta tarde con usted. Espero que nos encontremos más veces.

sábado, 9 de julio de 2011

La semilla de Dios en mi libertad

Comentario al Evangelio
Domingo 15º del Tiempo ordinario. Mt 13,1-23
10 de julio de 2011

            Este domingo se nos habla de semillas, de lluvia que las riegan, de libertad que permite que sencillamente sean. Acaso para nuestra cultura tecnificada y asfáltica, puede que nos venga raro o lejano el discurso, pero vale la pena asomarse a él humildemente, como quien puede y quiere aprender algo que nos corresponde de veras. Cuando el hombre se abre al don de Dios manifestado en su Palabra, ceden las esclavitudes y saltan nuestras cadenas, y empezamos a ser en ver­dad hijos de Dios como nos dice la segunda lectura (Rom 8,18-23). No siempre la libertad del hombre está abierta al don de Dios, por eso existe un gemido, una tristeza, una frustración que nos vela la gloria para la cual hemos sido hechos.

                La Gracia de Dios es como la lluvia, nos dibuja bellamente Isaías en la primera lectura, pero si nuestros cauces de absorción están embotados, cerrados a cal y canto,  Él respetará delicadamente nuestra cerrazón y ni siquiera nos humedecerá el más grande de los torrentes, por más que Dios quiera empaparnos. Este es el plan de Dios, su proyecto y su deseo. Pero Él no lo impone, sino que lo propone, dejando la última palabra a nuestra libertad. Tremendo misterio y responsabilidad.

                Así se entiende esta parábola que Jesús mismo explica a sus discípulos. La semi­lla es la misma, pero los terrenos de acogida no. Y aquí está la cuestión, como plástica­mente va desgranando la parábola: no entender la Palabra de Dios porque no nos ha calado (la semilla que cae en el camino); no cuidar eso que se ha entendido ya pero que no nos ha llegado hasta el fondo de nuestro corazón (la que cae en terreno pedregoso); pretender escuchar al mismo tiempo a Dios y a otros que contra Él hablan, yéndonos al final tras los seductores de turno haciendo así estéril lo que el Señor sembró en noso­tros (lo sembrado entre zarzas).

                Pero también existe el terreno humilde, que acoge con sencillez, aunque sea lento e incluso torpe en asimilar. Importa menos la celeridad y la cantidad del fruto (unos dan ciento, otros sesenta, otros treinta por uno), lo único importante es haber acogido esa semilla de su Palabra y que nos fecundice. ¿No quiere Dios sembrarse en nosotros para en nosotros fructificar otra vez el don de la paz y de la gracia, el de la luz y la miseri­cordia, el del perdón y la alegría... todos esos frutos que nuestro amado mundo no con­sigue fabricarse y que sin embargo necesita más que nunca? ¡Qué hermosa es la vida de tanta gente sencilla que sin troníos ni alharacas se han dejado fecundar por Dios, por su lluvia y su semilla! El pueblo nuevo de Dios es un pueblo que huele a tierra mojada de la que nacerá en libertad ese mundo según el corazón de Dios. Basta no cerrarse. Basta creerlo, acogerlo y compartirlo. Ojalá tengamos oídos para oír, corazón para acoger y manos para compartir la semilla de cuanto Él hace y dice en nuestra pequeñez.


@ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

martes, 5 de julio de 2011

¿Por qué? ¿Para qué?


A veces nos parece que nuestra vida es monótona, que hacemos cosas de forma repetitiva y absurda. Preguntamos pidiendo explicaciones por todo. En esos momentos parece que no entendemos nuestra vida y nos interrogamos sobre el porqué de tantas cosas y también sobre el para qué. ¿De dónde brotan estos sentimientos que tanto nos atormentan? ¿Quién pone en nuestro interior todas estas dudas y preguntas? ¿De qué nos distraen? ¿Hacia dónde nos llevan?
A los santos también les ocurren estas cosas. A uno de ellos, San Rafael Arnáiz Barón también le ocurría esto y lo expresaba así:
 
«Las tres de la tarde de un día lluvioso del mes de diciembre. Es la hora del trabajo, y como hoy es sábado y hace mucho frío, no se sale al campo. Vamos a trabajar a un almacén donde se limpian las lentejas, se pelan patatas, se trituran las berzas, etc. (…) La tarde que hoy padezco es turbia, y turbio me parece todo. Algo me abruma el silencio, y parece que unos diablillos, están empeñados en hacerme rabiar, con una cosa que yo llamo recuerdos... En mis manos han puesto una navaja, y delante de mí un cesto con una especie de zanahorias blancas muy grandes y que resultan ser nabos. Yo nunca los había visto al natural, tan grandes... y tan fríos... ¡Qué le vamos a hacer!, no hay más remedio que pelarlos.
El tiempo pasa lento, y mi navaja también, entre la corteza y la carne de los nabos que estoy lindamente dejando pelados. Los diablillos me siguen dando guerra. ¡¡Que haya yo dejado mi casa para venir aquí con este frío a mondar estos bichos tan feos!! Verdaderamente es algo ridículo esto de pelar nabos, con esa seriedad de magistrado de luto.

Un demonio pequeñito y muy sutil, se me escurre muy adentro y de suaves maneras me recuerda mi casa, mis padres y hermanos, mi libertad, que he dejado para encerrarme aquí entre lentejas, patatas, berzas y nabos.


(…) Transcurría el tiempo, con mis pensamientos, los nabos y el frío, cuando de repente y veloz como el viento, una luz potente penetra en mi alma... Una luz divina, cosa de un momento... Alguien que me dice que ¡qué estoy haciendo! ¿Que qué estoy haciendo? ¡Virgen Santa! ¡Qué pregunta! Pelar nabos..., ¡pelar nabos!... ¿Para qué?... Y el corazón dando un brinco contesta medio alocado: “Pelo nabos por amor..., por amor a Jesucristo”».

sábado, 2 de julio de 2011

Respuestas sobre Iesu Communio.

Ante las preguntas de algunas lectoras sobre diversos aspectos del instituto Iesu Communio, me ha parecido oportuno remitirles, de nuevo, al comunicado oficial que emitieron las hermanas en diciembre pasado.