En octubre de 1982 estaba prestando el servicio militar en Cáceres. Me había alejado de la Iglesia pidiéndole cuentas a Dios por la muerte de mi padre. Tenía planificada toda mi vida. En cuanto acabara la "mili" aprobaría las oposiciones y empezaría a trabajar para casarme con mi novia, tener dos hijos (niño y niña, por supuesto) y a disfrutar de la vida.
Aquel día de otoño estaba prestando servicio en la residencia de suboficiales y pude ver la televisión. El papa Juan Pablo II estaba de viaje por España. Curiosamente ese día estaba en Castilla (mi tierra) reunido con las contemplativas en el Monasterio de la Encarnación de Ávila. Me senté a escucharle, sin saber bien por qué. Yo había dejado la Iglesia, pero ella como madre que es me enviaba un padre para rescatarme.
Al poco tiempo de aquello había vuelto a la Iglesia. El discurso de Juan Pablo II en la plaza de Lima cambió mi concepto de familia y de matrimonio.
Pasados unos pocos años nos casamos y viajamos a Roma. Pudimos asistir a la audiencia con él. Fue un regalo estupendo.
Nacieron nuestras hijas, cuatro. Todavía no ha nacido el niño y creo que ya es un poco tarde porque la biología es así. Posiblemente alguno de los dos angelitos que no llegaron a nacer fuese niño. Por si acaso, a uno de ellos le llamamos Juan Pablo.
Una de nuestras hijas hoy es contemplativa en Iesu Communio, instituto de vida consagrada que tiene mucho que ver con aquel discurso de Ávila.
Estuvimos con nuestras hijas en Cuatro Vientos, y en la plaza de Colón. No pudimos acudir a su funeral. Nos dieron la noticia de su muerte en medio de una Eucaristía.
Pero ahora no podíamos faltar. Con la ayuda de unos amigos hemos conseguido ir a la beatificación. Después de los 600 Km. de carretera hasta Barcelona, un viaje en barco de 24 horas y una noche de dormir en la acera de la Vía de la Conciliacione... Hemos visto desplegar el tapiz del nuevo Beato después de pronunciar el papa Benedicto XVI la fórmula correspondiente. Y me he emocionado. Gracias Madre Iglesia, gracias por reconocer la acción de Dios en este gran hombre. Gracias a Dios por haberme permitido disfrutar de este santo.
En realidad ese era el momento esperado y lo que íbamos a celebrar. Ver hemos visto muy poco, podría aseguraros que en mi caso concreto no he visto absolutamente nada de la celebración. Pero eso es lo de menos, lo importante era "estar".
Hemos vuelto por carretera, después de 2000 Km. Hemos llegado muy cansados, pero contentos.
Tenemos claro que a la canonización volveremos.
Un testimonio muy emotivo. Me he quedado con ganas de asistir; espero al igual que tú hacerlo en la canonización de la que no dudo que también podremos gozar. Gracias.
ResponderEliminarPor cierto somos de la misma quinta. Yo en 1982 la hice en Madrid y vi por vez primera al nuevo beato. En el 87, tuve el privilegio de estar y hablar con él. Un abrazo
Me ha gustado mucho el pequeño testimonio, muchas gracias por compartirlo.
ResponderEliminarA ver qué será de nosotros cuando la canonización... jeje
Jesús