sábado, 25 de febrero de 2012

Con Jesús en el desierto

Os propongo a continuación un comentario del Padre Raniero Cantalamessa al evangelio de este primer domingo de cuaresma:

"Concentrémonos en la frase inicial del Evangelio: «El Espíritu empujó a Jesús al desierto». Contiene un llamamiento importante en el inicio de la Cuaresma. Jesús acababa de recibir, en el Jordán, la investidura mesiánica para llevar la buena nueva a los pobres, sanar los corazones afligidos, predicar el reino. Pero no se apresura a hacer ninguna de estas cosas. Al contrario, obedeciendo a un impulso del Espíritu Santo, se retira al desierto donde permanece cuarenta días, ayunando, orando, meditando, luchando. Todo esto en profunda soledad y silencio.

Ha habido en la historia legiones de hombres y mujeres que han elegido imitar a este Jesús que se retira al desierto. En Oriente, empezando por san Antonio Abad, se retiraban a los desiertos de Egipto o de Palestina; en Occidente, donde no había desierto de arena, se retiraban a lugares solitarios, montes y valles remotos. Pero la invitación a seguir a Jesús en el desierto se dirige a todos. Los monjes y los ermitaños eligieron un espacio de desierto; nosotros debemos elegir al menos un tiempo de desierto. Pasar un tiempo de desierto significa hacer un poco de vacío y de silencio en torno a nosotros, reencontrar el camino de nuestro corazón, sustraerse al alboroto y a los apremios exteriores para entrar en contacto con las fuentes más profundas de nuestro ser.
Bien vivida, la Cuaresma es una especie de cura de desintoxicación del alma. De hecho no existe sólo la contaminación de óxido de carbono; existe también la contaminación acústica y luminosa. Todos estamos un poco ebrios de jaleo y de exterioridad. El hombre envía sus sondas hasta la periferia del sistema solar, pero ignora, la mayoría de las veces, lo que existe en su propio corazón. Evadirse, distraerse, divertirse: son palabras que indican salir de sí mismo, sustraerse a la realidad. Hay espectáculos «de evasión» (la TV los propina en avalancha), literatura «de evasión». Son llamados, significativamente, fiction, ficción. Preferimos vivir en la ficción que en la realidad.

Hoy se habla mucho de «alienígenas», pero alienígenas, o alienados, lo estamos ya por nuestra cuenta en nuestro propio planeta, sin necesidad de que vengan otros de fuera. Los jóvenes son los más expuestos a esta embriaguez de estruendo. «Que se aumente el trabajo de estos hombres –decía de los hebreos el faraón a sus ministros-- para que estén ocupados en él, de forma que no presten oído a las palabras de Moisés y no piensen en sustraerse de la esclavitud» (Ex 5, 9). Los «faraones» de hoy dicen, de modo tácito pero no menos perentorio: «Que se aumente el alboroto sobre estos jóvenes, que les aturda, para que no piensen, no decidan por su cuenta, sino que sigan la moda, compren lo que queremos nosotros, consuman los productos que decimos nosotros».

¿Qué hacer? Al no podernos ir al desierto hay que hacer un poco de desierto dentro de nosotros. San Francisco de Asís nos da, al respecto, una sugerencia práctica. «Tenemos --decía-- una ermita siempre con nosotros; allí donde vayamos y cada vez que lo queramos podemos encerrarnos en ella como ermitaños. ¡El eremitorio es nuestro cuerpo y el alma es la ermita que habita dentro!». En este eremitorio «portátil» podemos entrar, sin saltar a la vista de nadie, hasta mientras viajamos en un autobús concurridísimo. Todo consiste en saber «volver a entrar en uno mismo» cada tanto.
¡Que el Espíritu que «empujó a Jesús al desierto» nos lleve también a nosotros, nos asista en la lucha contra el mal y nos prepare a celebrar la Pascua renovados en el espíritu!"
Padre Raniero Cantalamessa

viernes, 24 de febrero de 2012

Sor Vicky

En la noche de ayer acudimos a la Basílica de la Merced de Madrid. A las 19:30 rezamos el Santísimo Rosario (misterios luminosos) para a continuación ceder el micrófono a Sor Vicky.
Es una mujer menuda, un poco encorvada ya por el paso de los años. Bajo su velo asoma un poco de pelo blanco que no sé si son canas o el resplandor de la pureza que ella emana.
Antes de iniciar su charla, o meditación, o reflexión, o ... -la verdad es que no sé muy bien lo que ha sido, ni falta que hace saberlo- ella ha hecho una oración invocando al Espíritu Santo -quizás todo haya sido sólo una oración-. Ante mis propios ojos he visto -y escuchado- cómo entraba en una intimidad tal con el Espíritu Santo que sus palabras miraban hacia dentro de su Ser y del de todos los presentes para contemplar la obra de Dios en su Vida y en la nuestra. Ha pasado a hablar al Hijo y al Padre y, sin darse cuenta, estaba adorando a la Santísima Trinidad, contemplando los "ángeles" que nos custodian a cada uno de los presentes.
Ha invocado con fuerza a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael para que nuestras oraciones suban "rápido, como incienso" hasta el Padre.
Nos ha hablado sobre la CUARESMA como Tiempo de Gracia, Tiempo de Salvación, Tiempo Favorable.

Trataré de transcribir brevemente lo que yo percibí ayer de este encuentro con Sor Vicky:

Todas las Gracias que podamos recibir en este tiempo se desprenden de dos Sacramentos: la Confesión y la Eucaristía. Los sacramentos son la acción de Dios mismo que se revela a través de la Iglesia. Especialmente en este tiempo debemos acudir al Sacramento de la Confesión. Es posible que, en estos tiempos, tengamos más dudas y temor que nunca por todo lo que ha ocurrido recientemente con algunos pastores. Pero la Virgen María en uno de los últimos mensajes a Mirjana en Medjugorje le dijo: "No critiquen a los pastores, porque Dios los ha elegido para guiarles". Los pastores necesitan ser sostenidos por nuestro cariño. A veces decimos: Pero, si es un hombre como yo, pecador como yo... ¿Como voy a confesarle a él mis pecados? Es cierto que es un hombre, y que es pecador, pero ha sido ungido por Dios, sus manos fueron ungidas el día de su ordenación, como fué ungido el Rey David. Tiene un ministerio sacerdotal. Ha renunciado a mucho por un amor más grande.
En realidad, cuando nos acercamos al Sacramento del Perdón, ¿somos conscientes de que Dios nos va a absolver? Mejor aún, ¿tenemos plena conciencia de que fuimos perdonados hace 2.000 años? ¿Sabemos que es la sangre de Cristo -derramada una vez para siempre- la que nos ha sanado y purificado?
Con nuestros pecados nos hemos hecho daño a nosotros y a los demás, esto es verdad, pero más verdad aún es que Dios ha sacrificado a su único Hijo para que seamos perdonados.
Dice el profeta Isaías: Venid, pues, y disputemos -dice Yahveh-: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquerán. Y si fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. (Is 1, 18). Dios no ha dejado de amarnos ni un instante. Dice San Agustín: Más allá de vuestras miserias está el perdón de Dios. Cada vez que vamos al sacramento de la confesión, ¿somos conscientes de todo esto? Nuestros pecados quedan limpiados por la misericordia de Dios derramada en su sangre y hace que nuestra alma brille radiante con el resplandor de la Gloria de Dios, de su Gracia.
San Agustín también dice que Dios ama al pecador, no su pecado.
Dios, que nos ha perdonado, quiere retirar de nosotros el sentimiento de culpabilidad que tanto daño nos hace. Porque en el fondo de nuestro corazón no acabamos de sentirnos limpios ya que entendemos el perdón desde una perspectiva humana que no es la perspectiva de Dios. Tenemos que dejarnos limpiar hasta quedar más blancos que la nieve.
En el fondo no somos aquello que deseamos ser, pero Dios lo va transformando si le dejamos. Tenemos que dejarle porque Él es un caballero. Esto es muy sencillo sólo requiere de nuestra HUMILDAD.
La HUMILDAD es la llave que abre el corazón de Dios y la puerta es la ORACIÓN. Miremos el ejemplo de María Magadalena que se ha puesto a los pies de Cristo y se los ha lavado con sus lágrimas, enjugado con sus cabellos y luego los ha regado con perfumes. No ha ocultado su condición, no le ha importado que la vean. Ha reconocido a su hacedor, a Aquel a quien debe la Vida. Se ha humillado y nos ha mostrado el camino para acceder al corazón de Jesús que es la humildad. El Señor la ha reconocido, ha reconocido el Ser de hija de Dios, su ciudadanía del Cielo y la presencia de la Vida que Dios le ha transmitido. Porque esto es lo que somos: Hijos de Dios. Somos ciudadanos del Cielo, marcados por el Espíritu Santo para la salvación. Esto es lo que Cristo ha visto en María Magdalena y lo que ve en cada uno de nosotros. Él ve lo que en esencia queremos ser, para lo que hemos sido creados.

Al Sacramento de la Eucaristía venimos a llenarnos de la Paz de Cristo para salir "blancos como la nieve". Dios viene a borrar lo que en nosotros ha entristecido al Espíritu Santo. En la Eucaristía hay una parte de Liturgia de la Palabra en la que algo nos quiere decir Dios.
Durante esta cuaresma debemos ejercitarnos en practicar las tres virtudes teologales: FE, ESPERANZA y CARIDAD.
Dios quiere darnos un "baño de lejía" para blanquearnos, pero no lo va a hacer sin añadir "suavizante" que nos "esponje" el corazón que, poco a poco, se nos va endureciendo. ¡Poco creemos en esto! ¡Poco se ensancha nuestro corazón al escuchar esto!
Uno de los medios que Dios nos ha dado para ayudarnos a conseguir esto es la Palabra de Dios.
Dice San Pablo: Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman, de aquellos que han sido llamados según su designio. (Rm 8, 28)
Uno de los grandes problemas es que nuestra soberbia nos impide dejarnos amar por Dios y por el otro.
La Virgen no se cansa de repetirlo: "Hijitos, sin mi amor no pueden vivir ni con Dios ni con el hermano". El camino de la salvación es el AMOR. Sólo el amor, nada más que el amor, únicamente el amor.
"Y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha sido dado". Y ¿Cuándo nos ha sido dado este Espíritu Santo? El día de nuestro Bautismo. Dios nos ha comunicado su propia vida y nos la sigue comunicando cada instante, cada una de las 24 horas de cada día y el momento en que deje de hacerlo, dejaremos de existir.
Cada vez que nos sentimos mal por nuestros pecados, Dios no nos condena, sino que espera nuestro arrepentiemiento porque Él ya nos ha perdonado. Él nos mira como Padre y lo que ve es a su hijo.
"Oren y, a través de la oración, descubrirán el amor".
"Ustedes no han mostrado gratitud al Padre, ni le han dado Gloria...Mientras no amen, no llegarán a conocerlo a Él, porque Dios es amor. No tengáis miedo hijos míos."
"En el amor no hay temor".
"Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro".  (Rm 8, 38-39).
¿Por qué temer entonces? Si nada nos podrá separar de su amor. Ahora que tantos falsos profetas nos hablan del fin del mundo, de las profecías mayas, de diciembre de 2012, etc. En el evangelio el mismo Jesús dice que "ni el Hijo sabe, sólo el Padre conoce el cuándo".
"Acepten a mi Hijo y habrán aceptado el amor".
No hay amor donde no hay fe.
No hay paz donde no hay amor.
En este tiempo difícil que nos toca vivir por la crisis económica tenemos que rezar por nuestros gobernantes, porque Dios suscite buenos líderes. En la epístola a Timoteo dice: "Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad." (1 Tm 2, 1-2). Esto no se consigue en unos días, sino siendo constantes en nuestra oración. ¿Cuánto tuvo que orar David por su hijo Salomón? Salomón se alejó de Dios y así le fue a su pueblo. En España, nuestros gobernantes y políticos se han alejado también de Dios y no hace falta mirar mucho para ver cómo estamos. La oración constante de David consiguió la sabiduría de Dios para su hijo Salomón. Imitemos al rey David en esta forma de orar. Sólo la ORACIÓN.
Seamos humildes y aceptemos que sin Jesús no podemos nada.
El Espíritu Santo está dentro de nosotros, el Espíritu de la Verdad. Pero nuestro cerebro es "lerdo para la fe".
"¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" (Rm 3, 16).
Esto es lo que nuestro cerebro, nuestra inteligencia, se resiste a creer, porque es lerdo. Él, el Espíritu de Dios, el Espíritu de la Verdad, el Espíritu Santo está en ti. No tienes necesidad de más imágenes, mira en tu interior, ahí habita Él, en toda su plenitud. No podemos seguir viviendo amargados día y noche sin aceptar esto, la ternura del amor de Dios que ha querido habitar en cada uno de nosotros.
Seamos activos en la oración y en el amor. Sin temor. "No os dejaré huérfanos".
Cada vez que volvemos del confesionario hay una gran fiesta en el cielo con todos sus ángeles porque un pecador se ha convertido (Lc 15, 10).
"Él sana a los de roto corazón, y venda sus heridas" (Sal 147, 3).
Ejercitemos nuestro lerdo corazón para creer que de los Sacramentos salimos limpios.
Hagamos un acto de fe y digamos: Yo creo que me amas.
"dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo." (Is 43, 4).
Hagamos un acto de esperanza y digamos: Yo se que me vas a ayudar.
"Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré" (Jn 14, 14).
"Confiadle todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros" (1P 5, 7).
Dios tiene un ansia grande de que le creamos, que oremos y le creamos.
Ejercitemos la fe, la esperanza y el amor.

Como habéis podido leer sólo son unas ideas encadenadas a raiz de unas notas rápidas. La verdad es que ha pasado una hora y media y nos hemos quedado con ganas de más, a pesar del frío de la noche madrileña.
A la salida nos hemos despedido de ella. Abrigada con su hábito ha abandonado la calle del General Moscardó, pero algo se ha dejado entre nosotros, una parte de su Ser, de su Vida, se ha derramado sobre cada uno de los allí presentes.
Gracias Sor Vicky.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Mensaje de S.S. Benedicto XVI para la Cuaresma 2012

A continuación os enlazo al Mensaje que el Papa Benedicto XVI nos ha dirigido con ocasión del comienzo de la Cuaresma de este año 2012.

lunes, 20 de febrero de 2012

Del remordimiento a la alabanza: Cristo continúa perdonando los pecados.



Un día que Jesús estaba en casa (tal vez en la casa de Simón Pedro, en Cafarnaúm), se reunió tal multitud que no se podía de modo alguno entrar por la puerta. Un grupito de personas que tenía un familiar o amigo paralítico pensó superar el obstáculo destapando el techo y descolgando al enfermo por los bordes de una sábana ante Jesús. Él, vista la fe de aquellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

Algunos escribas presentes piensan en sus corazones: «¡Blasfemia! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino Dios sólo?». Jesús no desmiente su afirmación, pero demuestra con los hechos tener sobre la tierra el poder mismo de Dios: «Para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados –dice al paralítico--: “A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a casa”».

Lo que ocurrió aquel día en casa de Simón es lo que Jesús sigue haciendo hoy en la Iglesia. Nosotros somos aquel paralítico, cada vez que nos presentamos, esclavos del pecado, para recibir el perdón de Dios.

Una imagen de la naturaleza nos ayudará (por lo menos me ha ayudado a mí) a entender por qué sólo Dios puede perdonar los pecados. Se trata de la imagen de la estalagmita. La estalagmita es una de esas columnas calizas que se forman en el fondo de ciertas grutas milenarias por la caída de agua calcárea desde el techo de la cueva. La columna que pende del techo de la gruta se llama estalactita, la que se forma abajo, en el punto en que cae la gota, estalagmita. La cuestión no es el agua y su flujo al exterior, sino que en cada gota de agua hay un pequeño porcentaje de caliza que se deposita y hace masa con la precedente. Es así que, con el paso de milenios, se forman esas columnas de reflejos irisados, bellas de contemplar, pero que si se miran mejor se parecen a barrotes de una celda o a afilados dientes de una fiera de fauces abiertas de par en par.

Lo mismo ocurre en nuestra vida. Nuestros pecados, en el curso de los años, han caído en el fondo de nuestro corazón como muchas gotas de agua calcárea. Cada uno ha depositado ahí un poco de caliza --esto es, de opacidad, de dureza y de resistencia a Dios— que iba haciendo masa con lo que había dejado el pecado precedente. Como sucede en la naturaleza, el grueso se iba, gracias a las confesiones, a las Eucaristías, a la oración. Pero cada vez permanecía algo no disuelto, y ello porque el arrepentimiento y el propósito no eran «perfectos». Y así nuestra estalagmita personal ha crecido como una columna de caliza, como un rígido busto de yeso que enjaula nuestra voluntad. Se entiende entonces de golpe qué es el famoso «corazón de piedra» del que habla la Biblia: es el corazón que nos hemos creado nosotros mismos, a fuerza de convenios y de pecados.

¿Qué hacer en esta situación? No puedo eliminar esa piedra con mi voluntad sola, porque aquella está precisamente en mi voluntad. Se comprende pues el don que representa la redención obrada por Cristo. De muchas maneras Cristo continúa su obra de perdonar los pecados. Pero existe un modo específico al que es obligatorio recurrir cuando se trata de rupturas graves con Dios, y es el sacramento de la penitencia.

Lo más importante que la Biblia tiene que decirnos acerca del pecado no es que somos pecadores, sino que tenemos un Dios que perdona el pecado y, una vez perdonado, lo olvida, lo cancela, hace algo nuevo. Debemos transformar el remordimiento en alabanza y acción de gracias, como hicieron aquel día, en Cafarnaúm, los hombres que habían asistido al milagro del paralítico: «Todos se maravillaron y glorificaban a Dios diciendo: “Jamás vimos cosa parecida”».

Raniero Cantalamessa.

miércoles, 1 de febrero de 2012

VEN Y SÍGUEME

Mañana, 2 de febrero, se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Os enlazo al folleto que la Conferencia Episcopal Española ha elaborado para este año 2012. En él podéis leer algunos testimonios de personas consagradas.
También podéis ver el cartel que se ha elaborado con el lema "VEN Y SÍGUEME" Vida Consagrada y Nueva Evangelización.
Os invito a leerlo y a dedicar mañana una oración por todos los consagrados que tanto bien hacen a nuestra Iglesia.