Después de casi 4 días de autocar, durmiendo en tiendas de campaña, comiendo en áreas de autopista y esperando más de una hora en la frontera entre Croacia y Bosnia y Herzegovina; el lunes 1 de agosto llegamos a Međugorje.
Nos repartimos entre las 4 pensiones que teníamos asignadas y descargamos nuestros equipajes. Sin tiempo para ducharnos, decidimos dar una vuelta junto con un matrimonio amigo por el entorno de la Parroquia de Santiago apóstol.
En primer lugar nos dirigimos hacia el Cristo Resucitado que se encuentra detrás de la parroquia, al final de la explanada, en la zona donde se han colocado los misterios del Rosario para aquellos que tienen dificultades para acceder al monte.
El cristo es una escultura de bronce que se levanta del suelo con los brazos en cruz, dejando un vaciado en lo que era su tumba. Es un lugar de oración y de especial devoción para muchos peregrinos. Desde hace años por una de sus rodillas mana un líquido que, gota a gota, no cesa de humedecer los pañuelos que los peregrinos empapan.
Hay multitud de versiones sobre dicho líquido. Unos dicen que es agua, otros que líquido sinovial, incluso conozco quien me ha asegurado que al empapar un pañuelo éste se manchó de sangre de forma extraña puesto que la mancha era de dentro del pañuelo hacia fuera.
Yo lo que sí tengo grabado con mi cámara de vídeo es la gota saliendo de la rodilla con la misma frecuencia en agosto que en enero. Lo cual es difícil de explicar por fenómenos naturales como la capilaridad, la condensación, etc.
Nos acercamos en primer lugar a ver este cristo porque era lo más próximo a nuestra pensión. Mis amigos dudaban de que aquella rodilla pudiese humedecer nada con el calor que hacía a pesar de ser ya de noche. Los cuatro tocamos la rodilla y comprobamos que estaba húmeda y que esa humedad se regeneraba de forma espontánea aunque la secásemos con pañuelos.
En ese momento a uno de los cuatro se le concedió la gracia de poder sentir un profundo "olor a rosas" que ninguno de los otros tres olíamos. Entre lágrimas nos lo comunicó a los otros tres que no salíamos de nuestro asombro porque nosotros olíamos otro olor muy distinto fruto de un largo viaje en autocar y que no creo que necesitéis que os describa.
No es el único acontecimiento "extraño" que hemos vivido en esta peregrinación, sólo es el primero. Yo no sé porque los otros tres no olíamos lo mismo, pero creo que quien lo pudo percibir, quizás, era quien más necesitaba en ese momento una caricia especial de la Madre.
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