sábado, 12 de octubre de 2013

Queridos hijos: ¡ENHORABUENA!

¡Ya está aquí! Han pasado casi diez meses desde que, en una de esas cenas en la cocina de casa, nos anunciasteis que os casabais. Parecía tan lejano, pero ha llegado. Han sido meses de preparativos, sorpresas, equivocaciones, rectificaciones, aciertos, tomas de decisiones, modificaciones de última hora y sobre todo nervios ante la espera de este día.
Aprovecho que aún duermen "mis chicas" para ponerme al teclado y escribir, sin haberlo preparado, aquello que vaya surgiendo. Os anticipo que no voy a intentar expresar sentimientos porque no soy capaz de encontrar palabras para escribir lo que siento en estos momentos.
Nos hemos pasado la última semana consultando páginas meteorológicas que confirmaran que no va a llover y que el Señor bendice esta tarde con un tiempo estupendo. Parece que va a haber algunas nubes, pero nada de lluvia. Esto permitirá que las chicas luzcan sus vestidos largos y sus zapatos de tacón.
Tenemos vestidos colgados por todas las habitaciones de la casa y, entre tanto vestuario femenino, también el traje del padrino, el mío. Pero entre tan colorido desfile de telas, una destaca por encima de todas y es el precioso vestido blanco de la novia con su larguísimo velo que ha invadido el dormitorio principal de la casa.
Anoche la plancha tubo jornada extraordinaria como los espejos de los baños. Hay que cuidar todos los detalles: maquillajes, pedicura, manicura, ¡una auténtica locura!
Ahora que está amaneciendo, todo permanece tranquilo esperando las carreras por el pasillo y las visitas a la peluquería, la llegada de nuestra fotógrafa favorita, del ramo de la novia, del coche de los novios.
¿Se nos olvidará algo? Los anillos y las arras ¿dónde están? ¡Ay, Dios mío, qué nervios!

La forma en que os conocisteis puede parecer poco romántica para los estándares actuales, pero era la que Dios tenía preparada para vosotros y la Virgen María se encargó de llevar a cabo aquel primer encuentro en el mismo lugar en el que esta tarde celebraremos vuestro matrimonio.
Aquella reunión en el Colegio Fundación Caldeiro de comienzos del verano de 2.010 era preparatoria de uno de los MEDJUJOVEN, el primero de María y uno más en la cuenta de Suso. Seguramente que entonces no sospechabais nada de lo que en aquel encuentro estaba empezando.
Cargados con las Quechua, las ensaladillas para el camino y las ganas de acudir a la llamada de la Gospa os despedimos una mañana de finales de julio en Las Ventas junto con un centenar de peregrinos. Hasta entonces habíais cruzado poco más que miradas y muy escasas palabras.
Tengo poco conocimiento de lo que ocurrió en aquellos 15 días de peregrinación, pero sí que guardamos muy nítidas en nuestro recuerdo, el de Inmaculada y el mío, las imágenes de vuestras caras a la vuelta. Sabíamos que algo había ocurrido, la Gospa había encendido la llama del amor entre vosotros y, aunque pocos lo veían, hay cosas que sólo sabe percibir una madre y un padre.

Unos meses después embarcábamos toda la familia en avión rumbo a Medjugorje para pasar allí el final de año. En aquella peregrinación también hubo momentos de complicidad que confirmaban poco a poco que algo estaba pasando. Aquella conversación en el salón de la pensión, a los pies del Kriçevac, en la que Suso depositaba su intimidad en mi querida esposa como solamente un "hijo" hace con su "madre".
Tan solo tuvimos que esperar a mayo para que todo saliera a la luz e hicierais público lo que ya todos los cercanos a vosotros sospechábamos. Desde entonces hemos visto cómo crecía el amor entre vosotros, a la sobra de Él y con el cuidado de Ella. Siempre Ellos como testigos y garantes de que todo era VERDAD.
Han sido muchas tortillas, de esas que sólo en casa se comen, compartidas en la gran mesa de nuestra cocina con sus sobremesas posteriores en las que hemos reído y hemos llorado, hemos compartido y hemos escuchado, hemos tratado de ayudaros y tanto nos habéis enseñado. ¡Qué importante es la mesa en la familia! Si quedaran escritos sobre la madera de la nuestra todo lo que sobre ella hemos visto, habría que bendecirla porque, sin duda, es un auténtico altar de santificación para toda nuestra familia.

Ahora, que tan sólo quedan unas horas para la ceremonia, son muchos los sentimientos que tengo dentro, pero he dicho que no quería hablar de eso. Solamente quiero dar gracias a Dios y a la Virgen María por la historia que está haciendo con vuestras vidas, la que ha ido tejiendo hasta hoy en cada uno de vosotros y la que hará, sin duda, a partir de hoy con vuestro matrimonio y vuestra familia.

Queridos hijos: ¡ENHORABUENA! Que Dios os bendiga y la Gospa os abrace.

4 comentarios:

  1. Mucha felicidad para el nuevo matrimonio que el amor que les unió reine para siempre tanto EL como Ella os guarden un abrazo Carmina

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  2. Antonio, ante todo lo que acabo de leer, no tengo muchas palabras. Cada palabra es hermosa, hermosa, y contiene toda esa voluntad de Dios, ¡la bendita voluntad del que todo lo tiene controlado!

    Me ayuda, y mucho, leer este post. De todo corazón, muchas gracias.

    Muchas felicidades, Antonio. Muchas felicidades a Jesús y María. Que Dios os bendiga y la Gosspa os abrace.

    Nuevamente... GRACIAS.

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  3. Muchísimas felidades, cuantas cosas buenas.

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  4. Vengo algo tarde, pero gracias Antonio por abrir tu corazón de esta manera!!! Que la Gospa los cuide siempre y en Ël se encuentren como matrimonio!!!! Me has emocionado, desde adentro!!!

    Un abrazo en Él!!!

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