En este 4º domingo de Pascua la Iglesia nos invita a meditar sobre Cristo como Buen Pastor.
El Salmo 22 es una lectura y oración muy recomendada para ayudarnos a entender mejor esta imagen. Muchos santos han meditado sobre él.
San Francisco de Asís decía:
Tú eres el buen pastor, "tú eres el bien, todo bien, sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero"De todos es conocido el famoso poema de Santa Teresa de Jesús:
Nada te turbe, nada te espante todo se pasa,Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta.
Porque a nosotros nos ha tocado ser ovejas y poner nuestras vidas en manos del Buen Pastor. Si creemos de verdad que Él es nuestro Pastor, "nada nos falta".
Él nos conduce con amor "hacia las aguas de la vida" y, si es necesario, nos carga sobre sus hombros cuando estamos débiles y vacilantes. Nos lleva hasta el lugar de reposo y nos guía hasta "el pasto nutritivo". Porque Él es el agua y es la fuente que sacia realmente.
Y "preparas una mesa ante mí" en la que Él mismo se hace alimento. Él es el pan que se parte y se entrega para saciarnos. Un pequeño pedazo de este pan puede saciarnos de Vida. ES LA EUCARISTÍA.
Y nos "guías por el sendero justo" que también es Él mismo, porque Él es el Camino, y la Verdad y la Vida.
Como dice San Agustín:
No se te dice: trabaja para dar con el camino, para que llegues a la verdad y la vida; no se te ordena esto. Perezoso, ¡levántate! El mismo camino viene hacia ti.
"tu vara y tu cayado me sosiegan". Esta vara y este cayado son la Cruz. Si estamos cerca de la Cruz nada debemos temer porque ella nos pacifica, nos purifica y nos enamora. Porque la cruz es el amor más fuerte que vence a todos los enemigos.
"Me unges la cabeza con perfume". Este perfume de Cristo es el Espíritu Santo, dice San Ambrosio, el óleo de alegría que no unge el cuerpo sino que ilumina lo íntimo del corazón.
San Bernardo comenta el verso "tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida" diciendo:
Es como si Dios hubiera vaciado sobre la tierra un saco lleno de su misericordia; un saco que habría de desfondarse en la pasión (...), un saco pequeño, pero lleno (...) mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos, mientras Él no lo sea en misericordia.
Y la meta a la que el Buen Pastor nos guía no es otra que "habitar en la casa del Señor por años sin término".
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