Hemos pasado este fin de semana en una finca de la provincia de Guadalajara, rodeados de encinas, junto con otros matrimonios y amigos. Ha habido "niñeras" para los niños. Cena romántica a la luz de las velas, música de vals para bailar. Momentos de intimidad para hablar de lo mucho que nos queremos. Paseos contemplando los lindos paisajes y la fauna del entorno. Lejos del mundanal ruido.
Contado así, podría ser un anuncio de agencia de viajes bastante tentador. Nada de lo anterior es falso, todo es verdad, pero no ha sido eso: ¡Ha sido mucho mejor que todo eso!
Cuando hace unas semanas nos propusieron acudir a un "Encuentro Guadalupano" nos apuntamos sin pensarlo dos veces. Nos habían hablado de ellos y nos parecía interesante. Intentamos vaciar nuestra mente de estereotipos previos y acudimos a dejarnos sorprender. Es posible que este punto de partida, como en tantas cosas, sea fundamental.
Han sido dos días intensos, cargados de Gracia de Dios para todos los asistentes. Algunas de esas "gracias" ya empiezan a fructificar y otras, seguro, lo irán haciendo con el paso del tiempo.
El tema central ha sido la "Vocación al Amor". No quiero entrar en detalles sobre los distintos contenidos de las charlas que tan maravillosamente nos han dado las Hermanas Guadalupanas. Solamente incidiré en lo que, a mi juicio, ha sido esencial durante todo el encuentro: la presencia real de Cristo en medio de nosotros.
Comenzamos el encuentro con una adoración al Santísimo Sacramento que ha presidido, en la capilla, casi todas las horas. Hemos celebrado la Eucaristía el sábado y el domingo. Hemos rezado juntos, en familia o solos. Hemos leído la Palabra de Dios. Hemos compartido experiencias. Hemos jugado con nuestros hijos y nos hemos divertido.
También ha habido momentos románticos especiales para los matrimonios y otros momentos -no menos especiales- para aquellos que se sienten llamados al matrimonio.
También ha habido momentos románticos especiales para los matrimonios y otros momentos -no menos especiales- para aquellos que se sienten llamados al matrimonio.
Ha sido estupenda la "cita romántica" a las tres de la madrugada, en la capilla, mi mujer y yo solos con Él. Una hora de silencio, escuchándole sólo a Él, solos los dos con Él. Fue tan maravilloso que repetimos la segunda noche.
¡Cuánto se aprende una hora ante el Señor! En el silencio, cogidos de la mano y mirándole a Él. Viendo nuestra pequeñez, que sin él no somos nada y que todo lo que somos es gracias a Él.
En este tiempo en que surgen tantos problemas en los matrimonios: separaciones, divorcios, familias desestructuradas... Tanto sufrimiento... Creo que hemos perdido de vista lo esencial del sacramento que hemos recibido, el Amor. Para que podamos amarnos hay que dejar que Él que es Amor habite en medio de nuestra unión.
La Iglesia nos enseña cómo vivir la sexualidad en el matrimonio y nos habla de que todo acto sexual debe ser "unitivo" y "creativo". No creo corregir al Magisterio de la Iglesia si me atrevo a decir que no sólo los actos sexuales, sino que todo acto realizado en el matrimonio debe tener su aspecto unitivo y su aspecto creativo. ¿Qué quiero decir? Que en el matrimonio tenemos que aprender a hacer las cosas juntos, unidos, en comunión. Desde los más pequeños detalles: pasear, ir de compras, ver una película, tomar un café, ver el partido de fútbol, hacer la comida o cambiar pañales. ¿Y esto es creativo? Por supuesto que sí, creativo en el sentido de que engendra nueva vida en cada uno de los cónyuges, porque existe la donación, es decir, tienes que perder un poco de ti para acompañar a tu mujer de compras o ella tiene que perder un poco de sí para sentarse a ver el partido contigo.
Estoy convencido de que esta forma de vida facilita también vivir la sexualidad bajo esos dos aspectos: unitivo y creativo. No creo que sea fácil, ni mucho menos, pero a nosotros estas dos "citas románticas" a las 3,00 AM nos han ayudado bastante.
El domingo, durante la Eucaristía hemos renovado las promesas matrimoniales, con las manos entrelazadas sosteniendo un crucifijo y un rosario. ¡Qué importante es esto! Tener siempre presente que Cristo ha vencido a la muerte, que ha pagado ya por nuestras culpas, que todos nuestros pecados están perdonados en la cruz y que no se ha quedado ahí, sino que Dios lo ha resucitado, que la muerte ha sido vencida.
Ya..sí...seguro...y ahora dirás que, encima, había un lagarto en la puerta...
ResponderEliminarEra un Eslizón de lengua azul, o sea como una lagartija pero en gordo y largo. Eso sí con la lengua azul. ¿Con la lengua azul? A ver si todo ha sido un sueño...
ResponderEliminarJA, JA, JA...