El pasado domingo celebramos el domingo "GAUDETE". Este domingo se llama así por la primera palabra del introito de la misa "GAUDETE", es decir: ALEGRAOS.
Toda la liturgia de la Palabra del pasado domingo nos habla de la cercanía ya de la venida del Señor. Este es el motivo por el que se nos invita a la alegría. Sobre todo la segunda lectura de la 1ª Epístola a los Tesalonicenses lo decía de manera muy explícita: "Estad siempre alegres".
Ante este imperativo del apóstol de los gentiles ¿cuál es nuestra respuesta? Desde luego que no es la obediencia ciega a tal mandato y para constatarlo sólo hace falta mirarnos en el espejo, para no señalar a nadie.
¡Qué difícil es lo que manda San Pablo! "siempre alegres". Pero... ¿siempre, siempre? Dicen los santos que un cristiano triste es un triste cristiano. A todos nos resulta fácil exponer los motivos y las causas de nuestra tristeza, algunos muy fundamentados. Es complicado estar siempre alegres si sólo nos miramos a nosotros mismos y nuestros problemas y dificultades. Apoyados sólo en nuestras fuerzas podemos muy poco o casi nada.
La carta a los Tesalonicenses nos da una primera ayuda, imprescindible: Sed constantes en orar. Y ¿cómo se mide esa constancia en la oración? Para ello he acudido al diccionario que, a falta de otra iluminación, suele dar buenas respuestas. La definición hace relación a la perseverancia y también habla de una duración permanente y de mantener la gracia hasta el final. Y si perseveramos en la oración ¿desaparecen esos problemas y las dificultades que nos llevan a la tristeza? Pues, posiblemente no; pero se ven desde otra perspectiva distinta porque el trato directo con el Padre te enseña que todo está bien hecho aunque no esté hecho como a ti te gustaría. Que nada ocurre por casualidad y que Dios hasta de un mal aparente puede sacar un bien. ¿Cuánto tiempo debemos orar? constantemente nos dice San Pablo.
La segunda ayuda que nos da el apóstol es: En toda ocasión tened la Acción de Gracias. Esta es la definición de la Eucaristía: Acción de Gracias. No es suficiente con la oración, es necesaria también la Eucaristía. ¿Con qué frecuencia? pues San Pablo lo dice también muy claro: en toda ocasión. Porque es imposible que la presencia real de Él dentro de nosotros no nos transforme por completo. Si realmente creemos esto y lo practicamos resulta más fácil la alegría.
Ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para cada uno de vosotros. No se acaban aquí las facilidades que el Señor nos da para llegar a esa alegría. También nos ha dejado a una mediadora extraordinaria que es nuestra Madre, la Virgen María. De ella decimos en las letanías lauretanas del Santo Rosario que es causa de nuestra alegría.
Que ella nos ayude a perseverar en la oración y acudir a la Eucaristía en toda ocasión.
Estas tres "cosas" que decía san Pablo, fueron lo que más me ayudaron en la liturgia de la Palabra del sábado. Junto con que Dios es fiel (tremendo que Él me lo diga a mí: la infiel).
ResponderEliminarGracias, muchas gracias.
Yo desde que leí este "Estad alegres de San Pablo" me lo imaginaba predicándolo y creo que debía transmitirlo con convicción , desde entonces me empeño en vivirlo mejor, al menos en pedirlo mejor.Un abrazo
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